Este martes, el Gabinete de Imagen María Uranga quería compartir su fin de semana en Balmaseda. Igual algunos decís, ¿en Balmaseda?, pues sí, este fin de semana Balmaseda llenó sus calles con puestos artesanales ambientados en la época medieval, así que os vamos a contar como lo vivimos nosotros, para que todos aquellos que se lo hayan perdido estén atentos y el año que viene vayan sin falta.
Nada más llegar nos encontramos con una estatua viviente, un guerrero del medievo con toda su armadura montado en un gran caballo de batalla. Era la diversión de los muchos niños que estaban en la zona. Desde allí mismo ya se notaba el olor a costilla, morcilla, pinchos morunos y mil manjares más, todo ello acompañado de una música medieval, que ambientaba si es posible todavía más, el espíritu de época medieval.
Eran muchos los puestitos que ofrecían comida para los más golosos, en definitiva, todo un sueño. Pero también, para los que preferían lo salado, podrían encontrarse con variados puestos a medida que se iba caminando por las calles. Pasteles de chocolate, frutos secos, madalenas del tamaño de una mano y un largo etc. Por otro lado, todo tipo de quesos, chorizos, cecina… Vamos, un pecado donde alguno de nosotros olvidó por un día la operación bikini.
Además de puestos de alimentación, nos encontramos con lugares perfectamente decorados y sus dueños vestidos del momento, ofreciendo collares de todo tipo de materiales, cuero, piel, minerales, plata, etc. Todo hecho a mano, cada pieza tenía su encanto y los profesionales que estaban detrás te explicaban de mil amores como realizaban sus trabajos. En algunos casos daba la sensación que aunque estaban para vender evidentemente, al ser piezas únicas, notabas la pena de desprenderse de ellas. Esto suele pasar a los grandes artistas, aquellos que han hecho de su pasión una profesión.
No podían faltar tampoco los puestos de flores, donde también hicimos una parada casi obligada y cada uno de nosotros eligió su flor. Geranios, hortensias, cactus… Lo que más nos gustó.
Una de las mayores sorpresas que nos llevamos fue al ver lo que prepararon algunos comercios de Balmaseda en el Palacio de Horkasitas, edificio abandonado donde gracias a la colaboración del Ayuntamiento y al esfuerzo de algunos comercios de Balmaseda hicieron de un lugar abandonado, un lugar de ensueño.
Dicho Palacio contaba con un encanto especial. Estaba decorado todo con tanto gusto… todo gracias a que cada tienda había ambientado su rincón con un encanto personal. Nos encontramos con un sastre, con tiendas de moda joven, con zapatos magníficos y con una pequeña empresa que sorprendió por su originalidad “Voy por ti”. Mientras nos encontrábamos en medio del Palacio, un aroma a Higuera y a incienso, inundó nuestras narices y no pudimos hacer otra cosa que acercarnos, llevándonos una grata sorpresa al ver una cama colgada del techo, si lo que oís, una cama colgada en el techo, una habitación totalmente ambientada para el momento. Daba la sensación de entrar en la habitación de una princesa o príncipe de la época, un lugar lleno de velas, candelabros de madera, lámparas de cristal, espejos antiguos, mantas y cojines. Era casi imposible no hacer el comentario al dueño de aquello, a todos nos daban ganas de pedir la vez para echar una pequeña cabezada después de comer. A los más pequeños les daban ganas de coger carrerilla y saltar a la cama como si de un columpio se tratara, vamos cada uno lo que más le apetecía. Así, entre risas y buen rollo, nos despedimos de nuestro amigo Gonzalo Santamaría, creador de tal composición y al que apreciamos en nuestro Gabinete un montón.
Si alguno piensa que el mercado terminó aquí, pues se equivoca, el Gabinete de Imagen María Uranga se quedó a cenar un riquísimo bocata en una caseta que había montado una de las charcuterías del pueblo, donde hermanos, tíos, hijos y primos, trabajan sin parar. No podía faltar después del bocadillo, que tomarnos algo y bailar un rato, así que allí fuimos. Los bares estaban perfectamente decorados como si de verdaderas Haimas se trataran. Allí nos lo pasamos genial bailando, cantando y riendo. Y después de una jornada tan intensa, nos fuimos para casa con pena y a la vez con ilusión pensando que el año que viene repetiremos sin duda dicha experie
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